viernes, 4 de marzo de 2011

El Relato de Marzo: Un Día Cualquiera.


María era cajera de supermercado. Y lo cierto es que le encantaba. Pasaba los códigos de barra con estilo y determinación. Cada ¡Piiiiiiiii! era respondido con una sonrisa. Sus ojos azules invitaban al comprador a relajarse. Con ella, se paraba el tiempo y no importaban colas, prisas o empujones... Siempre la misma esplendida sonrisa. Lloviese o nevase. Hiciera frío o calor. Viendo el vaivén de rostros que desfilaban frente a su máquina registradora...

¡Piiiiiiiiiiiii!

Niños pequeños cogiendo la merienda al salir de la escuela.

¡Piiiiiiiiiiiii!

El chico que cruza la mirada con ella todos los días y aunque él no lo sabe, es el AMOR de su vida.

¡Piiiiiiiiiiii!

La abuela que ha comprado colonia y se la ha restregado por medio cuerpo antes de pagarla.

¡Piiiiiiiiiiii!

Dos adolescentes poniendo latas de cerveza en la cinta de alimentos mientras miran hacía otro lado intentando que no les pregunten la edad.

¡Piiiiiiiiiiii!

-¡Putaaaaaaaaaa! - Alguien bramó.

Ella seguía en silencio, con su sonrisa de hielo. El ¡Piiiiiiiii! Se oyó con más intensidad.

-¡Maríaaaaaaa!¿Qué no me oyes? ¡Torpe de mierda!

Alguien la zarandeaba. Su mirada azul y su sonrisa de afabilidad dieron paso a un rictus de angustia. María salió de su ensoñación

-¿Qué no has escuchado el puto pito del horno? Gritó su AMO.

El pitido se hizo más intenso. Más nítido. Con él, el olor característico a carne quemada.

Esta vez me va a matar, pensó.

Otra paliza. Dos costillas rotas. El labio hinchado grotescamente. Sus ojos navegando en un mar de moratones. Heridas sobre heridas que jamás cicatrizarán.
senovi.
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