martes, 14 de septiembre de 2010

Que les den a las tarjetas.

Viajo mucho por mi trabajo. Si a eso le sumamos que tengo un problema conocido como síndrome del colon irritable, que me lleva a defecar entre cuatro y cinco veces diarias nos sale una suma de mil quinientas veces anuales de visitas al servicio. La mayoría son al váter de mi casa pero otras... he cagado en lavabos de diseño que me han soltado un chorrillo en las pelotillas al acabar de echar el muñequito; una vez cagué subido a una silla porqué era imposible estar a menos de un metro de una letrina absolutamente asquerosa... En fin, que podríamos decir que soy un verdadero profesional de los lavabos y me he visto en múltiples situaciones: desde mear y que se pusiera a mi lado Alejandro Sanz (juraría que me miró la churra pero no lo puedo asegurar al cien por cien), hasta una vez que me quedé encerrado ocho horas hasta que abrieron el bar al día siguiente. Sin embargo, lo que siempre me ha llamado la atención es la cantidad de poesía y filosofía que destilan las puertas de los servicios. No todos son: “mea feliz, mea contento, pero cabrón meate dentro” o “soy Choni, me cago en tu boca por 25 euros, llámame”. Hoy he leído la siguiente frase que a alguien se le habrá ocurrido entre apretón y apretón: SI PIENSAS COMO UN RICO, MORIRAS POBRE.

Es posible que creas que es filosofía barata como la que te encuentras dentro de las galletitas de la fortuna chinas pero si te lo paras a pensar... ¿Donde nos está llevando el espíritu de superación humano? A consumir. En vez de seguir la premisa de “para conseguir la felicidad debes disminuir tus necesidades y no aumentar tus bienes” nos movemos con los ojos inyectados en sangre a la búsqueda del consumo: mi vecino se ha comprado un Polo, pues yo me compro un Golf. Mi hermana se ha comprado un estudio de 30 m², pues yo un piso en el centro de tres habitaciones (da igual que me haya metido en una hipoteca a 40 años que no se como pagaré porque de tres en casa, dos estamos sin curro.). Que a dia 20 ya estoy sin pasta... pues tiro de tarjeta, total, solo cascan intereses del 30 %... y así podría estar diez párrafos más...

En fin, amiguetes, pongámonos serios que voy con mi reivindicación: vamos a crear el día sin tarjetas. ¿No hay un día en que todos apagamos la luz a una hora determinada para ayudar al planeta? ¿No está el día del padre, el del cáncer de mama o San Valentín? Pues creemos el día de la No-Tarjeta. Un dia en que les den polculo a las tarjetas, no vamos a cambiar el mundo pero al menos durante un día les tocaremos los huevos a los bancos, que ya nos lo tocan a nosotros el resto del año. Yo os propongo mañana, 15 de septiembre.. Pero elegir el día que más os guste a vuestra elección. Aunque solo sea para decir: Hoy no me vais a sacar ni un duro.

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